ACAP: Una política que vacía el aula
12 Junio 2025
El programa del Ministerio de Educación porteño busca acercar a los estudiantes al mundo laboral y académico, pero en la práctica genera pérdida de clases, desorganización escolar y expone a menores a situaciones fuera de control. Una iniciativa que necesita ser revisada de forma urgente.
Las Actividades de Aproximación al mundo del trabajo y de los estudios superiores (ACAP), impulsadas por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, nacieron con una buena iniciativa, como la de acercar a los estudiantes del último año del secundario al mundo adulto, laboral y académico. Sin embargo, en la práctica, este programa acumula más dudas que certezas y deja una serie de problemas sin resolver.
En nombre de la “experiencia en territorio”, cientos de estudiantes son retirados del aula para participar en actividades que, en muchos casos, no tienen relación directa con su orientación ni aportan contenidos significativos. Mientras tanto, pierden horas valiosas de clase en un año clave para su formación.
Los docentes, por su parte, ven afectada la continuidad pedagógica. Muchos no pueden evaluar adecuadamente a sus alumnos, ya que los grupos están fragmentados o directamente ausentes durante días completos. La planificación se vuelve una odisea, y los resultados, claramente afectados.
A esto se suman los riesgos en los traslados y la exposición de menores de edad a espacios que no siempre están preparados para recibirlos. Con recorridos por calles, estaciones de transporte, empresas u oficinas, las condiciones de seguridad son muchas veces inciertas. ¿Quién se hace responsable si algo sucede?.
La idea de conectar la escuela con el mundo real es positiva, sí. Pero cuando esa conexión se impone sin planificación rigurosa, sin evaluación concreta y sin resguardar la integridad del proceso educativo, lo que se genera es un simulacro pedagógico que perjudica más de lo que beneficia.
Las ACAP, tal como están pensadas hoy, lejos están de enriquecer la formación de los estudiantes. En cambio, parecen cumplir más con una lógica de marketing institucional que con un verdadero objetivo pedagógico.