La educación porteña, con aulas vacías
16 Octubre 2025
Las Actividades de Aproximación al mundo del trabajo y los estudios superiores exponen una contradicción del Ministerio de Educación. En sus discursos hablan de priorizar la escuela y no perder días de clases, sin embargo envían a los alumnos a jornadas que poco aportan a su formación y mucho al marketing institucional.
El Ministerio de Educación de la Ciudad repite una y otra vez la importancia de no perder días de clase. Sin embargo, es el propio Ministerio el que obliga a los alumnos de 5.º y 6.º año a faltar durante jornadas enteras para cumplir con las llamadas Actividades de Aproximación al mundo del trabajo y de los estudios superiores (ACAP). Una política que, bajo el discurso de la formación y la experiencia, termina desorganizando las escuelas y perjudicando el aprendizaje de los estudiantes.
Lo que se presenta como una oportunidad para “conectarse con el mundo real” se ha convertido en un simulacro de educación. Los alumnos pasan días enteros fuera del aula en cursos sin contenido relevante, charlas que funcionan más como publicidad para universidades privadas o pasantías improvisadas que no aportan ningún valor pedagógico. Mientras tanto, los profesores deben reacomodar programas, postergar las evaluaciones y lidiar con grupos incompletos, en el mejor de los casos.
El resultado es un sistema que se contradice a sí mismo, ya que se exige asistencia, compromiso y rendimiento, pero se interrumpe la rutina escolar con actividades que poco tienen que ver con la formación real de los jóvenes. Lo que debería acercarlos al futuro los aleja de la escuela, y lo que debería enseñarles responsabilidad les impone una agenda imposible de cumplir.
Los estudiantes terminan agotados, frustrados y con la sensación de que su tiempo se desperdicia en experiencias que benefician más a las instituciones que las organizan que a ellos mismos. Detrás del discurso oficial sobre la “educación en territorio”, hay una política más preocupada por mostrar resultados hacia afuera que por garantizar una verdadera continuidad pedagógica.
Las ACAP, tal como están diseñadas hoy, son el reflejo de una profunda hipocresía institucional, ya que se habla de calidad educativa, pero se promueve un programa que interrumpe el aprendizaje; se exige esfuerzo a los alumnos, pero se los saca del aula para cumplir con un calendario que solo sirve para el marketing de universidades y empresas.
El Ministerio de Educación de la Ciudad debe dejar de usar el nombre de la educación para justificar políticas que la vacían. Si realmente le importa el aprendizaje, debería empezar por garantizar que los alumnos puedan estar donde corresponde, en las aulas.